¿Qué hacen con nuestros huesos?


Este pasado mes de septiembre la corte suprema de justicia argentina eliminaba la personalidad jurídica a seis comunidades mapuches de la provincia de Rio Negro. Al mismo tiempo, como en tantos otros territorios, se intenta desalojar de sus tierras milenarias al lof liempichun sakamata, una comunidad que sigue resistiendo ante la infinidad de embates sufridos. Entre éstos se encuentran el robo y la profanación de sus tumbas a manos del conde francés Henry de La Vaulx hace más de un siglo que, tras disfrutar de su hospitalidad, abandona apresuradamente la Patagonia con un botín de noventa y seis cráneos y diez esqueletos completos, además de un impresionante ajuar compuesto por centenares de valiosos objetos. La mayoría fueron a parar a los sótanos del Musée de l'Homme de París, mientras que otros terminaron en manos de coleccionistas privados. Hoy, mientras aquellos huesos siguen en los museos europeos, y sus descendientes intentan recuperarlos para que vuelvan a descansar donde deben, las grandes compañías petroleras y los estados intentan repartirse sus tierras.
 
“¿Qué hacen con nuestros huesos?” fue una de las frases que utilizó uno de aquellos tehuelches mapuches para interpelar al conde Henry de La Vaulx en aquella expedición. Su respuesta fue: "los pondré en Francia dentro de una bella vitrina, en un gran templo que se llama Museo, donde una multitud de visitantes vendrá a admirarlos. Estarán mucho mejor ahí que bajo la tierra”. Sacchi De Santo retoman aquella pregunta para título de este proyecto, que marca el inicio de una investigación desarrollada a partir de la profanación y robo de aquellos cuerpos de Lonkos mapuche, expuestos bajo los códigos de la verdad científica hasta hace muy poco en los museos europeos, y que les lleva a realizar una contra-expedición a París para visitar el Museo del Hombre, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de Ciencias Naturales, el Archivo Nacional, o el Museo Quai Branly.
 
En La Capella de Sant Roc, un audio narra las razones, deseos, dificultades y pormenores de la contra-expedición, situándola en los procesos históricos coloniales y dándole el protagonismo a esa comunicación oral como elemento central. La voz en primera persona, un relato abierto, orgánico, personal, en proceso, como opuesto a lo escrito, a lo fijo, a lo archivado, a lo permanente, al relato hegemónico. La voz, que tantas veces habrá circulado por este espacio, cuenta ahora la historia desde el lugar de los profanados. En los muros, distintos elementos gráficos y documentales detonan cuestiones que hacen tambalear las ideas preconcebidas sobre el conocimiento, la verdad, la expedición, la conquista, la preservación, la exposición o la inhumación.
 
En un momento en el que los derechos de distintos pueblos indígenas están más amenazados que nunca por el monstruo del neo-extractivismo y el aparato del lucro, combinados con los poderes de los males no redimidos del pasado colonial, cabe preguntarse la importancia de aquellos cuerpos profanados y robados en el desarrollo del relato colonizador, y cómo desde sus bellas vitrinas validan una visión del mundo moderno donde Europa se siente superior a cualquier otro modo de entendernos en el mundo. Qué hacen con nuestros huesos es un intento de devolver a su territorio lo que fue profanado, una búsqueda de justicia, una insistente pregunta sobre qué sujeto puede ser expuesto y quién puede ser el espectador.
Qué hacen con nuestros huesos fue exhibido en La Capella Sant Roc (Valls), dentro del proyecto Una Fuerza Vulnerable ideado y comisariato por Juan Canela, 2018. 
También fue alojado en el programa de residencias artísticas Hommsession, en 2022, para el Festival de video arte Loop Barcelona.